Dra. Elein Hernández Trujillo
Profesora e Investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Introducción
Existe una creciente demanda por proteína de origen animal para cubrir las necesidades de una población de 9,700 millones de personas en el mundo en el 2050. La FAO estima que para cubrir dicha necesidad sería necesario incrementar en un 60% los niveles de producción animal actuales, lo cual representa un impacto significativo en el uso de suelos, agua y aire. Sin embargo, también existe un creciente interés por los consumidores en conocer los procesos productivos y medidas de bienestar animal que se llevan a cabo en los sistemas producción animal, incluyendo consumidores de países latinoamericanos [1][2]. Es por ello, por lo que el enfoque de producción animal no sólo debe limitarse a incrementar el número de animales sino también a ajustes para mejorar la eficiencia de dichos procesos de producción. Algunas de estas mejorías incluyen la implementación de mecanismos para evaluar y monitorear el bienestar animal, el cual tiene un impacto directo en la calidad de carne de pollo y huevo [3]. No obstante, debido a que los temas relacionados al bienestar animal invitan a la participación de diversos sectores de la sociedad, comunidad científica, industria, gobierno, entre otros, es común observar argumentos encontrados entre lo que “debería ser” y “lo que sucede” en la realidad [4].
El presente trabajo explorará algunos cambios implementados en la avicultura enfocados al bienestar animal.
Definición e interpretación de bienestar animal
Según la OIE, el bienestar animal es “el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere” y hace referencia a las también conocidas como “cinco libertades” [5]
Las “cinco libertades” fueron acuñadas en 1965 por el Comité de Brambell en cuyo reporte concluyen que el confinamiento de los animales debe ser permitido si se respetan las cinco condiciones antes mencionadas. El término “5 libertades” probablemente tenga como antecedente el concepto de las “Cuatro Libertades Básicas” estipuladas por Franklin Roosevelt al Congreso de los Estados Unidos Americanos (EUA) en 194. Las “Cuatro libertades Básicas” describen la libertad de expresión, libertad de culto, libertad para vivir sin miseria y la libertad para vivir sin temor. Ambos conceptos son ideales, pero en el caso de las “cinco libertades” el concepto ha trascendido a incluir más allá de animales de producción animal como fue planteado originalmente.
No obstante, la aplicación de estas cinco directrices para describir el bienestar se ve limitada en algunos procesos de la producción pecuaria y medicina veterinaria. Es por ello que se ha sugerido que no se deberían redactar como “libre de…” sino “tan libre como sea posible de…” [6]. Ya que al interpretar estas directrices como libertades absolutas no se incluyen parámetros de medición objetiva, se excluye el fomento de mejorías ya que se asume a que al eliminar cinco aspectos negativos se logra un bienestar positivo. Es decir, indican un nivel de bienestar temporal pero no a lo largo de la vida de los animales. En los últimos treinta años han surgido nuevos paradigmas y definiciones de bienestar animal que incluyen la teoría de los tres círculos (Función biológica y salud, Comportamiento natural y Estados afectivos) [7], Los cinco dominios [6], Escalas de calidad de vida [8], entre otras. De igual manera, se han creado e implementado recomendaciones objetivas y prácticas para medir el bienestar animal en campo en los últimos años (e.g., Welfare Quality Protocol, Qualitative Behaviour Assesment). Sin embargo, las “cinco libertades” se siguen considerando como estandarte del bienestar animal y probablemente se deba a que el término “libertad” tiene un carácter persuasivo y sencillo para su interpretación. Además de que la publicación de las directrices de las “cinco libertades” es contemporánea a la creación y fortalecimiento de movimientos defensores de los derechos animales [6].
Un ejemplo de un evento en la producción pecuaria avícola en la que se afecta más de una libertad es el manejo involucrado para el transporte y sacrificio de los animales. Dicho manejo involucra ayuno, acarreo, colocación en jaulas de transporte, arribo y espera en los establecimientos autorizados, además del manejo de desembarque, colgado e insensibilización. Todos estos procedimientos suceden previo a la sensibilización para la matanza de las aves en los establecimientos autorizados [9]. Estos procedimientos requieren un ayuno de las aves, manejo por operarios diferentes en sitios de producción diferentes, sujeción y reagrupación de animales, además de exposición a condiciones climatológicas diferentes a las de crianza y desarrollo. Es decir, al utilizar el paradigma de las “cinco libertades” como único indicador de bienestar se señalaría que se afecta más de una libertad, pero al solamente usar las “cinco libertades” su interpretación no sugiere áreas de mejoría que sean objetivas o faciliten al productor/operario en cómo reducir y evitar los daños a dichas libertades.
Legislación enfocada al bienestar animal
Debido a que evaluar el bienestar animal es complejo y hasta controversial han surgido diferentes recomendaciones basadas en evidencia científica que para ser aplicadas en granja o establecimientos autorizados. No obstante, no existe una armonización legislativa a nivel mundial en cuanto a estándares o parámetros mínimos recomendados. En Europa, se ha incentivado una armonización legal de normativa en bienestar animal desde la década de 1970, pero existen antecedentes de legislación en contra del maltrato animal desde 1822 [10]. Los antecedentes para dichas normativas en bienestar animal son las reacciones de la sociedad ante las prácticas y uso de animales y la armonización legal se logró bajo el principio de respeto por los animales como cualidad de los ciudadanos europeos. Mientras que, en EUA, los primeros indicios de legislación en bienestar animal fueron fomentados por los diversos agentes en la cadena de producción pecuaria y no por el gobierno. La Asociación de Productores de Huevo de Estados Unidos (UEP, por sus siglas en inglés) emitió las recomendaciones básicas de producción basadas en evidencia científica como consecuencia de una campaña contra la práctica de la pelecha en 1998. De manera similar, en Canadá se lograron recomendaciones para las buenas prácticas y bienestar animal a través de una colaboración entre principalmente entre la industria y el gobierno, pero que invita a otros diferentes sectores a participar. En México, aún quedan por definir los siguientes pasos referentes a una normativa para evaluar el bienestar animal específica por fin zootécnico o que incluya a las diversas áreas de producción avícola. Los eventos y marcos legales relacionados al bienestar animal avícola, específicamente gallinas ponedoras, se ve descrito en la Figura 1.
La implementación de las normativas enfocadas al bienestar animal requiere un periodo de transición desde su publicación hasta su ejecución como se puede ver en las normativas europeas y americanas en la Figura 1.
Figura 1. Algunos eventos relacionados a los sistemas de producción de huevo
Importancia del bienestar en la avicultura moderna
A lo largo de los años se han hecho grandes avances en la industria avícola y ciencia. Se conoce que existe un incremento de corticosterona (indicador de estrés fisiológico) en las aves durante el acarreo y transporte. Se han desarrollado técnicas para medir la respuesta de miedo en aves (inmovilidad tónica y pruebas de campo abierto) que se pueden realizar en campo sin necesidad de equipo complejo. De igual manera, se han desarrollado protocolos para valoración de bienestar animal basado en indicadores basados en recursos (e.g., aquellos elementos provistos por el humano para los animales ya sea alojamiento, nutrición, manejo, etc.) e indicadores basados en animales (aquellas mediciones basadas específicas en la valoración del animal) como son el Welfare Quality Protocol y otros protocolos establecidos y recomendados por la industria.
No obstante, los cambios a realizar para mejorar el bienestar animal sólo se lograrán si se miden los resultados. Es decir, es necesario tener mediciones basales de diferentes indicadores basados en recursos para poder obtener resultados. Es a través de la interpretación de dichos resultados que se deben valorar los ajustes a realizar. Una frase clave para entender la importancia de las mediciones objetivas es “No se puede mejorar lo que no se puede medir” de Peter Drucker que también ha sido acuñada por la Dra. Temple Grandin (pionera de la evaluación aplicada del bienestar animal) “Se mejora lo que se mide” [11].
Es a partir de dichas mediciones y valoraciones de resultados que se pueden establecer los límites permisibles y acciones correctivas. Dichos procesos son críticos para lograr estandarizar los procedimientos pecuarios y lograr una producción eficiente enfocada en el bienestar animal. De esta forma se puede evaluar el bienestar animal de manera objetiva sin necesidad de caer en “absolutos” y permite encontrar áreas de oportunidad de mejora como se describió al inicio de este artículo.
En conclusión, existen diversas opiniones sobre cómo evaluar el bienestar animal que incluyen mediciones desde el punto de vista del animal, así como de las instalaciones u otros recursos y manejo que se realiza en la producción pecuaria. El uso de las “cinco libertades” han sido consideradas como las directrices de referencia para la interpretación de bienestar animal, pero poseen diversas limitantes aplicadas en campo. Sin embargo, a través de mediciones objetivas y recomendaciones basadas en evidencia científica se pueden implementar mejoras a corto y largo plazo para el bienestar animal.
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Referencias
[1] E. Vargas-Bello-Perez, G. Miranda de la Lama, D. Lemos Teixeira, D. Enriquez Hidalgo, T. Tadish, and B. J. Lensink, “Farm Animal Welfare Influences on Markets and Consumer Attitudes in Latin America: The Cases of Mexico, Chile and Brazil,” J Agric Env. Eth, vol. 30, pp. 697–713, 2017.
[2] D. M. Broom, “Animal welfare: An aspect of care, sustainability, and food quality required by the public,” J. Vet. Med. Educ., 2010, doi: 10.3138/jvme.37.1.83.
[3] S. Santonicola, M. Peruzy, M. Girasole, N. Murru, M. Cortesi, and Mercogliano R, “Preliminary Study on Physicochemical and Biochemical Stress Markers at Poultry Slaughterhouse. Ital,” J Food Saf, vol. 6, no. 2, 2017, doi: 10.4081/ijfs.2017.6346.
[4] E. Buddle, H. Bray, and R. Ankeny, ““Of course we care!“: A qualitative exploration of Australian livestock producers’ understandings of farm animal welfare issues,” J Rural Stud., vol. 83, pp. 50–59, 2021.
[5] OIE, “Bienestar Animal,” El Bienestar animal de un vistazo, 2017. http://www.oie.int/es/bienestar-animal/el-bienestar-animal-de-un-vistazo/.
[6] D. J. Mellor, “Updating animalwelfare thinking: Moving beyond the ‘five freedoms’ towards ‘A lifeworth living,’” Animals, vol. 6, no. 3, 2016, doi: 10.3390/ani6030021.
[7] D. Fraser, “Understanding animal welfare. The science in its Cultural Context,” UFAW Animal Welfare Series. p. 324, 2008, doi: 10.1017/S0021859609990232.
[8] J. W. Yeates, “Is ‘a life worth living’ a concept worth having?,” Anim. Welf., vol. 20, no. 3, pp. 397–406, 2011, doi: 10.1111/jpc.12550.
[9] DOF, NORMA Oficial Mexicana NOM-033-SAG/ZOO-2014, Métodos para dar muerte a los animales domésticos y silvestres. 2015.
[10] E. Hernandez, P. Llonch, and P. V. Turner, “Applied Animal Ethics in Industrial Food Animal Production: Exploring the Role of the Veterinarian,” Animals, vol. 12, no. 678, 2022, doi: 10.3390/ani12060678.
[11] T. W. Producer, “You manage what you measure.” https://www.producer.com/livestock/video-you-manage-what-you-measure/.